Señalan que la vida de quien danza es ligera como las aves,
nadie comprende que sus piernas seguiran constantes en el aire.
El surca su piel y los sentidos. La brisa entremece su tez y
los sonidos continúan danzando entre aromas.
Cuando ya el cuerpo cansado no conciba la forma de permanecer,
el corazón, en cada latir, seguirá manteniendo su pulso constante
manteniendo así, el alma de bailarín viva...
Fotografia: Roberto Daniel Vera Cardenas
Modelo: Mauricio Sarmiento
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